Estos avispones descomponen el alcohol tan rápido que no pueden emborracharse

Muchos animales, incluidos los humanos, han desarrollado algún tipo de gusto por el alcohol, pero el consumo excesivo a menudo produce efectos adversos para la salud. Una excepción es la avispa oriental. Según un nuevo artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, estas avispas pueden tragar cantidades aparentemente ilimitadas de etanol con regularidad y en concentraciones muy altas sin efectos nocivos, ni siquiera intoxicación. Prácticamente bebieron abejas utilizadas en los mismos experimentos debajo de la mesa. “Hasta donde sabemos, los avispones orientales son el único animal en la naturaleza adaptado al consumo de alcohol como combustible metabólico”, dijo el coautor Eran Levin de la Universidad de Tel Aviv. “No muestran signos de intoxicación o enfermedad, incluso después de haber padecido enfermedades crónicas”. consumen grandes cantidades de alcohol y lo eliminan de sus cuerpos muy rápidamente”. Según Levin et al., existe una teoría del “mono borracho” que predice que ciertos animales bien adaptados a bajas concentraciones de etanol en sus dietas tienen, no obstante, reacciones adversas En concentraciones más altas, los estudios han demostrado que las musarañas arbóreas, por ejemplo, pueden soportar concentraciones de hasta el 3,8 por ciento, pero en condiciones de laboratorio, cuando consumían etanol en concentraciones del 10 por ciento o más, eran propensas a sufrir daños en el hígado. Las moscas están bien con concentraciones de hasta el 4 por ciento, pero tienen mayores tasas de mortalidad por encima de ese rango. Ciertamente son capaces de beber más: las moscas de la fruta pueden beber la mitad de su volumen corporal en alcohol al 15 por ciento (30 grados) cada día. Ni siquiera añadir quinina amarga al etanol los frena. Por supuesto, tienen metabolismos ultrarrápidos (lo mejor para quemar el alcohol), pero aún así pueden emborracharse. Y la tolerancia de las moscas de la fruta al alcohol varía según su composición genética, es decir, la rapidez con la que sus cuerpos se adaptan al etanol, lo que les obliga a inhalar cada vez más para lograr los mismos efectos físicos, al igual que los humanos.