El gobierno vietnamita afirma haber encontrado una fórmula matemática mágica que elevará su industria de semiconductores a una facturación anual de 100 mil millones de dólares para 2050. La fórmula, aprobada por el primer ministro Pham Minh Chinh –un poco científico, él mismo, que obtuvo su licenciatura en ingeniería civil– es C = SET + 1. ¿Confundido? Es simple. C es para Chips, S para Especializado, E para Electrónica, T para Talento –y + 1 para Vietnam. El truco matemático pretende representar el esfuerzo de Vietnam por “convertirse en un destino nuevo y seguro de la cadena de suministro global de semiconductores”. Dejando de lado el álgebra, la estrategia de varias décadas de Hanoi se desarrollará en tres fases. La primera se desarrollará en lo que queda de la década de 2020 y verá a Vietnam apuntar a aprovechar sus ventajas geopolíticas y su fuerza laboral para atraer inversión extranjera, establecerse como un centro de talento de semiconductores y desarrollar capacidades básicas en I+D, diseño, fabricación y pruebas. Los objetivos incluyen la creación de al menos 100 empresas de diseño de semiconductores, una instalación de fabricación y diez plantas de prueba. Se prevé que la fuerza laboral de semiconductores incluya a 50.000 ingenieros y graduados, algunos de los cuales provendrán de un grupo de 700.000 en industrias adyacentes después de reciclarse para chips. Se espera que la industria genere ingresos anuales superiores a los 25.000 millones de dólares. De 2030 a 2040, la nación trabajará para convertirse en un centro global más autosuficiente para semiconductores y electrónica. Espera duplicar el número de empresas de diseño, plantas de fabricación y talento disponible. Está previsto que las instalaciones de prueba aumenten a 15, mientras que se espera que los ingresos aumenten a más de 50.000 millones de dólares para semiconductores y 485.000 millones para electrónica. La fase final culminará en el año 2050, cuando Vietnam espera ser un líder mundial en la industria y haber dominado la I+D de semiconductores. Las empresas de diseño locales deberían sumar al menos 300, mientras que tres fábricas de fabricación y 20 plantas de envasado y prueba salpican el paisaje. Se espera que los ingresos anuales de los semiconductores alcancen los 100.000 millones de dólares, mientras que los de la electrónica deberían alcanzar los 1,045 billones de dólares. No es la primera vez que Vietnam ha expresado su interés en convertirse en un centro de semiconductores. Tampoco está exento de inversión extranjera. Foxconn arrendó 45 hectáreas de terreno en un parque industrial el año pasado, mientras que Intel y Samsung han invertido en el pasado. Se proyecta que los ingresos de Vietnam derivados de los semiconductores para este año alcancen los 18.230 millones de dólares, muy por detrás de los 177.800 millones de dólares de China. Así que Vietnam tiene un largo camino por recorrer. Las ambiciones del país también parecen modestas en comparación con sus rivales: empresas como TSMC e Intel ya tienen planes de construir más de las tres plantas de fabricación que Vietnam espera construir en la década de 2040. Y ese objetivo de ingresos de 100.000 millones de dólares es aproximadamente equivalente a los ingresos actuales de Nvidia.
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