En los últimos años, la conversación global sobre la computación en la nube ha cambiado de un enfoque en la tecnología a la geopolítica. La soberanía, la privacidad y el control de los datos son ahora las principales preocupaciones para las empresas fuera de los Estados Unidos, especialmente en Europa, el Reino Unido, Asia y África. Las regulaciones y los vientos políticos cambiantes están llevando a las empresas a reevaluar los riesgos de almacenar sus datos en manos de las compañías extranjeras, principalmente, estadounidenses. No se trata solo de dónde residen los datos, sino quién posee y controla la infraestructura. Por ejemplo, después del Brexit, el Reino Unido alentó a las empresas a mantener datos confidenciales dentro de las fronteras del país, apoyando a actores locales como los centros de datos ARK. Alemania, con su cautela histórica de la vigilancia externa, es ver a grandes empresas recurrir a empresas como Deutsche Telekom para servicios en la nube. Francia ha invertido en iniciativas de «nube de confianza» para mantener cargas de trabajo críticas dentro del alcance nacional. En India y China, las estrictas reglas de localización significan que los gigantes tecnológicos extranjeros deben asociarse (o diferir) a los operadores locales. Mientras tanto, el aumento de las compañías de infraestructura en la nube africana como Liquid Intelligent Technologies ilustran aún más el deseo de autonomía de datos. Los hiperscalers lanzan sus propias nubes soberanas que enfrentan estas presiones, los hiperscalers con sede en los Estados Unidos están trabajando para voltear la narración con nuevas ofertas de nubes soberanas.
Deja una respuesta