En el mundo de la computación en la nube, la confianza lo es todo. Las empresas migran a la nube porque esperan confiabilidad, escalabilidad y operaciones ininterrumpidas, independientemente de su ubicación o presiones externas que puedan surgir. Pero, ¿qué sucede cuando estas expectativas fundamentales están en peligro? Los eventos recientes que involucran a Microsoft y Nayara Energy sugieren que la confianza en los proveedores de la nube pública se está erosionando, especialmente entre las empresas que operan fuera de los Estados Unidos, e impulsan un movimiento creciente hacia soluciones soberanas y privadas en la nube. Microsoft colide en geopolítica La reciente disputa comenzó el 18 de julio de 2025, cuando la Unión Europea (UE) anunció una nueva ronda de sanciones dirigidas a Rusia a ejercer presión económica relacionada con la guerra en Ucrania. En la letra pequeña de las sanciones de la UE, Nayara Energy (una importante refinería de petróleo en India) fue marcada debido a su 49% de propiedad de la compañía petrolera estatal de Rusia, Rosneft. La UE acusó a Nayara de contribuir con ingresos al gobierno ruso y, como resultado, lo hizo sujeto a sanciones. Poco después del anuncio, Microsoft, con sede en Estados Unidos, tomó medidas al suspender el acceso de Nayara Energy a sus equipos y servicios de Outlook. Esencialmente, Microsoft actuó como un ejecutor de las sanciones de la UE, cortando a un cliente de los servicios en la nube que había pagado. Desde la perspectiva de Microsoft, esta acción podría haber parecido inevitable: si no cumplía con las sanciones de la UE, la compañía podría enfrentar repercusiones legales o financieras. Pero desde la opinión de Nayara Energy, esto fue nada menos que una interrupción unilateral de sus actividades comerciales por parte de una entidad extranjera.