Desde medir las emisiones de gases hasta evaluar los daños, los satélites Sentinel de la red europea Copernicus han proporcionado datos cruciales. PUBLICIDAD Más de una semana después de la erupción del volcán Cumbre Vieja, las imágenes satelitales han ayudado a las autoridades a monitorear y gestionar la crisis. Desde medir las emisiones de gases hasta evaluar los daños, los satélites Sentinel de la red europea Copernicus han estado proporcionando datos cruciales. El Servicio de Gestión de Emergencias de Copernicus ha proporcionado mapas diarios que monitorean el flujo de lava y evalúan el número de propiedades dañadas. El miércoles reveló que la roca fundida había destruido 656 viviendas y se extendía sobre una superficie de 267 hectáreas. El satélite Sentinel 5 es capaz de detectar columnas de dióxido de nitrógeno (SO2) emitidas a la atmósfera. El domingo las emisiones llegaron hasta Italia. La columna es mucho mayor pero gran parte de la imagen obtenida por la Plataforma ADAM está cubierta por nubes. Y mezclando datos satelitales y modelos meteorológicos, el Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus es capaz de predecir la evolución de la columna de SO2 que en los próximos días alcanzará el Océano Ártico a través del sur de España, Italia y los Balcanes antes de dirigirse al Océano Atlántico. A pesar de las llamativas concentraciones mostradas en la aplicación Windy.com, los científicos coinciden en que estas concentraciones no son perjudiciales para la salud ni para el medio ambiente. Permanecen a una altitud de entre 5.000 y 10.000 metros y no tendrán una influencia especial sobre la calidad del aire ni sobre la lluvia ácida. Los satélites también dan una idea más clara de la zona de erupción. Iban Ameztoy, experto en herramientas de Observación de la Tierra, crea animaciones que permiten «sobrevolar» la zona. El satélite Sentinel 2 de Copernicus capturó una de las primeras imágenes sin nubes de parte del gran flujo de lava durante el fin de semana. Luego, el satélite Landsat 8 de la NASA/USGS capturó la escena completa. La semana pasada, parecía que el Etna de Sicilia, el volcán más activo de Europa, se puso un poco celoso de su vecino canario y tuvo otro nuevo episodio de actividad explosiva también avistado por satélites. No es una ciencia exacta y predecible. Obtener buenas fotografías depende en gran medida de las condiciones climáticas, y los satélites de observación de la Tierra sólo pasan sobre un lugar determinado cada dos días. Otra clave para el éxito de las imágenes satelitales es la forma en que se obtienen y procesan las imágenes. Los expertos aplican filtros especiales para resaltar aspectos como la humedad o, en este caso, para ver mejor el flujo de lava. Cada satélite tiene su propia especificidad. Los satélites Sentinel 2 son los más potentes en términos de capacidades ópticas. A veces, estas espectaculares imágenes también pueden dar lugar a interpretaciones erróneas. La semana pasada, cuando el Servicio de Vigilancia Atmosférica mostró las emisiones de dióxido de azufre del volcán, muchos se apresuraron a «advertir» sobre una posible «nube» de SO2 que afectaría a Europa. Los científicos tuvieron que explicar que estas emisiones permanecen en la atmósfera superior y no afectan la calidad del aire. Los gases del volcán de La Palma son ciertamente menos dañinos que el SO2 que generamos al quemar combustibles fósiles. Las imágenes de satélite también nos permiten contemplar simplemente la impresionante fuerza y ​​la terrible belleza de este fenómeno natural desde un ángulo diferente, casi surrealista.

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