Esta visión pasa por alto la existencia de actitudes sexistas más sutiles, aunque generalizadas y socialmente aceptables, que a menudo pasan desapercibidas. Dada la gran cantidad de personas interesadas o que trabajan en nuevas empresas hoy en día, desde inversores hasta proveedores y solicitantes de empleo, los efectos de estas formas sutiles de sexismo pueden acumularse en un grupo grande y diverso de tomadores de decisiones. Para que las iniciativas que abordan la desigualdad de género en el emprendimiento sean efectivas, debemos lograr una comprensión más profunda de los efectos de estos sutiles sesgos que enfrentan las mujeres empresarias. Sexismo benévolo en el emprendimiento El sexismo benévolo es una forma de sesgo que, en la superficie, parece ser positivo hacia las mujeres, pero que en última instancia refuerza los roles de género y afianza la desigualdad. A diferencia de las formas de discriminación abiertamente hostiles, el sexismo benevolente se manifiesta en creencias aparentemente inofensivas. Este tipo de sexismo a menudo retrata a las mujeres como delicadas o necesitadas de protección, mientras que los hombres son posicionados como proveedores y protectores. Debido a que el sexismo benévolo a menudo se expresa de maneras que parecen positivas, rara vez es cuestionado por hombres o mujeres. Puede servir para mantener la dinámica tradicional de género creando la ilusión de apoyo a las mujeres y al mismo tiempo restringiendo su autonomía. El sexismo benevolente a menudo retrata a las mujeres como delicadas o necesitadas de protección, mientras que los hombres son posicionados como proveedores y protectores. (Shutterstock) En particular, las investigaciones muestran que el sexismo benevolente socava a las mujeres en el trabajo y hace que ocupen menos posiciones de poder en las organizaciones. El ecosistema de startups es un terreno particularmente fértil para que este tipo de sexismo se manifieste y empeore con el tiempo. Dado que las mujeres están menos representadas en el ámbito empresarial que en las organizaciones tradicionales, los evaluadores de startups tienen cuidado de no actuar basándose en actitudes abiertamente sexistas. Esto, a su vez, da lugar a que surjan formas más sutiles de sesgo. El sexismo benévolo beneficia a los hombres Nuestro reciente artículo de investigación examinó cómo el sexismo benévolo afecta la forma en que los evaluadores juzgan las empresas emergentes dirigidas por mujeres y hombres. Inicialmente, teorizamos que los evaluadores de startups con puntos de vista sexistas benevolentes tendrían más probabilidades de calificar a las startups lideradas por mujeres como menos viables (es decir, con más probabilidades de fracasar). No esperábamos que su evaluación de las startups masculinas se viera afectada en absoluto. Para probar esta hipótesis, realizamos tres estudios en los que a los participantes se les asignó la tarea de evaluar una hipotética startup en etapa inicial fundada por un hombre o una mujer. Ambos emprendedores en nuestros escenarios tenían calificaciones e ideas de inicio idénticas. Los resultados de los tres estudios encontraron que cuanto más los evaluadores respaldaban creencias sexistas benévolas, más positivamente juzgaban a las nuevas empresas dirigidas por hombres. No hubo impacto en la evaluación de las startups lideradas por mujeres. Este hallazgo fue el mismo, independientemente de si los propios evaluadores eran hombres o mujeres, en dos de los tres estudios. Abordar las ventajas injustificadas Nuestros hallazgos exigen un replanteamiento fundamental de lo que implica lograr una verdadera equidad. No basta con eliminar las barreras injustas que frenan el avance de las mujeres; también debemos enfrentar los privilegios injustos que impulsan a los hombres hacia adelante. Esto sugiere que las soluciones comunes para abordar las desigualdades de género no son suficientes. Se centran principalmente en las barreras que enfrentan las mujeres, mientras ignoran las ventajas injustificadas que se ofrecen a los hombres. Estas soluciones comunes incluyen centrarse en la educación, la tutoría y la creación de redes de mujeres. Para abordar eficazmente la brecha de género en el emprendimiento, debemos crear conciencia sobre los efectos ocultos del sexismo benévolo. Esto podría lograrse mediante la educación y formación de empresarios, mentores e inversores. Tales intervenciones podrían comunicar a estas partes interesadas que, si bien el sexismo benévolo parece positivo, en realidad es perjudicial. Además, necesitamos rediseñar el proceso de evaluación de startups. Las actuales condiciones ambiguas y desestructuradas de las startups permiten que surjan sesgos sutiles. Para abordar este problema, necesitamos criterios claramente definidos y transparentes para evaluar las empresas emergentes. De hecho, investigaciones anteriores muestran que crear una estructura clara, transparencia y rendición de cuentas en los procesos de evaluación es fundamental para reducir la toma de decisiones sesgada. Reparar el sistema, no las mujeres Nuestra investigación cuestiona las intervenciones tradicionales que abordan únicamente actitudes sexistas manifiestas hacia las mujeres. Muchas intervenciones sugieren que las mujeres necesitan cambiar. Por ejemplo, se aconseja a las mujeres que cambien sus estilos de comunicación y negociación. También se les recomienda aventurarse en industrias más masculinas y de mayor perfil. Este consejo pasa por alto las ventajas que reciben los hombres. Como demuestra nuestra investigación, incluso cuando las mujeres tienen calificaciones e ideas idénticas, las empresas emergentes dirigidas por hombres se consideran más prometedoras. Además, las iniciativas bien intencionadas diseñadas para abordar las brechas de género en el emprendimiento pueden resultar contraproducentes, ya que indican que las mujeres necesitan ayuda, lo que propaga un tono sexista benévolo. Esto exige arreglar el sistema en lugar de arreglar a las mujeres. Necesitamos abordar la inequidad de género examinando y cambiando las actitudes y comportamientos de los evaluadores, en lugar de alentar a las mujeres a cambiar. Nhu Nguyen, candidato a doctorado en Gestión, Universidad McGill; Frederic Godart, Profesor Asociado, Comportamiento Organizacional, INSEAD; Ivona Hideg, profesora asociada y catedrática Ann Brown de Estudios Organizacionales, Universidad de York, Canadá, y Yuval Engel, profesor asociado de emprendimiento, Universidad de Ámsterdam. Este artículo se vuelve a publicar desde The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.