Jugar a la defensa Reefense El proyecto es uno de los tres que se están desarrollando en el marco de un programa de 67,6 millones de dólares lanzado por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa del gobierno de Estados Unidos, o Darpa. Llamada descaradamente Reefense, la iniciativa es el esfuerzo del Pentágono para probar si los arrecifes “híbridos”, que combinan estructuras artificiales con ostras o corales, pueden funcionar tan bien como un buen malecón. Darpa eligió tres equipos de investigación, todos dirigidos por universidades estadounidenses, en 2022. Después de dos años de intensa investigación y desarrollo, sus prototipos están comenzando a lanzarse al agua, siendo el primero el de Rutgers. Hoy, el Pentágono protege sus activos costeros de la misma manera que lo hacen los civiles: reforzándolos. Los enfoques más comunes implican blindar la costa con muros de contención o disponer objetos pesados, como rocas o bloques de hormigón, en largas filas. Pero las estructuras sólidas conllevan compensaciones. Desvían la energía de las olas en lugar de absorberla, por lo que proteger la propia costa significa exponer la de otra persona. También son estáticas: a medida que aumentan los niveles del mar y las tormentas se vuelven más fuertes, es más fácil para el agua superar estas estructuras. Esto los desgasta más rápidamente y exige reparaciones costosas y constantes. En las últimas décadas ha surgido una nueva idea: utilizar la naturaleza como infraestructura. Resulta que restaurar hábitats costeros como pantanos y manglares ayuda a contener olas y tormentas. «En lugar de blindaje, se utiliza la capacidad natural de la naturaleza para absorber la energía de las olas», dice Donna Marie Bilkovic, profesora del Instituto de Ciencias Marinas de Virginia. Darpa está particularmente interesada en dos criaturas cuyo número ha sido diezmado por los humanos pero que son fantásticos rompeolas cuando se les permite prosperar: las ostras y los corales. Las ostras son eficaces para matar olas debido a su forma de crecer. Los bivalvos se amontonan unos sobre otros formando montículos grandes y resistentes. La estructura resultante, a diferencia de un malecón liso, está repleta de rincones, recovecos y curvas. Cuando golpea una ola, su energía se difunde en estos espacios y se gasta aún más en las superficies irregulares y complejas de las ostras. Además, a diferencia de un malecón, un muro de ostras puede crecer. Se ha demostrado que las ostras son capaces de crecer verticalmente a un ritmo que coincide con el aumento del nivel del mar, lo que sugiere que conservarán cierto valor protector contra mareas más altas y tormentas más fuertes.