Más de 10.000 atletas participarán en el mayor evento deportivo del mundo. Ya sea corriendo, nadando, saltando o, y Dios sabe cómo lo hacen, haciendo volteretas, los Juegos Olímpicos representan la cumbre absoluta del logro físico humano. A menudo se establecen paralelismos entre el deporte de élite y el mundo de los negocios. No hay duda de que existen diferencias: por ejemplo, si cada persona de mi propia organización fuera un velocista en ciernes de 100 metros con sueños de oro, haríamos una cosa muy bien y luego nos derrumbaríamos porque las otras mil cosas que hay que hacer quedarían en el camino. Pero dicho esto, hay similitudes: tomar a personas con talento en bruto y mejorar su rendimiento (literalmente, en este caso) es sin duda algo a lo que todo líder empresarial aspira para su equipo. El lema olímpico – «Más rápido, más alto, más fuerte – Juntos» – podría aplicarse tanto al entorno empresarial como al deportivo. Tres aprendizajes para liderar un equipo de alto rendimiento Es algo en lo que he estado reflexionando recientemente, y esto incluyó la oportunidad de hablar con Leon Taylor, quien ganó una medalla de plata en saltos de 10 m en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Desde entonces, además de ser la «voz del salto» en la BBC, Leon se ha convertido en mentor de otros atletas y entrenador ejecutivo. De nuestra conversación y de mi propio pensamiento, se destacan tres puntos: 1. «Amor, no miedo» en una cultura de mejora continua y entrenamiento Uno de los mayores paralelismos entre los negocios y el deporte es que si no mejoras continuamente, en realidad retrocederás a medida que la competencia mejore su juego. A menudo, esta mejora se trata de cosas pequeñas: el concepto de ganancias marginales o lo que Leon denominó como «intervenciones precisas» que se suman para marcar una diferencia decisiva. De la mano de esto, no se puede tener una mejora continua sin alguien que ofrezca retroalimentación, conocimiento y asesoramiento, ya sea un gerente de línea, un mentor o un entrenador. Aquí, Leon planteó un punto interesante. Lo que el deporte hace realmente bien es dar retroalimentación sobre el rendimiento, no sobre la persona. Es esencial que el feedback no se tome como algo personal, como una crítica o una afrenta. “En el deporte, el feedback sobre el rendimiento incita más al amor que al miedo”, afirma Leon. “No es algo personal, está diseñado para ayudar al individuo a liberar su potencial y hacerlo mejor. Hay que evitar ese factor miedo o sensación de fracaso”. Podemos aprender de esto en los negocios. A menudo, la gente evita el feedback porque les pone nervioso lo que puede oír; mientras que si un directivo sugiere que alguien busque un mentor, la reacción puede ser: “¿Por qué? ¿Qué he hecho mal?”. En cambio, deberíamos adoptar la cultura del mentoring y utilizarla para señalar oportunidades, no amenazas. Si se aprovecha bien, puede ser verdaderamente transformadora. 2. El éxito empieza en la mente No se puede tener un buen rendimiento en nada, físico o intelectual, si el equilibrio mental no es el adecuado. Esto significa adoptar una mentalidad positiva, visualizar el éxito, eliminar las dudas y las barreras sobre uno mismo, y también significa cuidar el bienestar mental. Cualquiera puede sentirse abrumado en nuestro mundo siempre conectado. Los líderes y gerentes, de hecho, tienen el deber de cuidarse a sí mismos, porque de lo contrario, ¿cómo pueden liderar y guiar adecuadamente a otros en sus equipos que dependen de ellos? Como dijo Leon: “Los efectos del estrés y la mala salud mental suelen ser muy rastreables. Comienzan como una sensación de agotamiento y pueden pasar rápidamente a un agotamiento. Me alienta que más atletas líderes y también líderes empresariales estén hablando de ello. Hacer espacio para el bienestar mental abre la puerta a un mejor rendimiento”. 3. El máximo rendimiento se produce cuando el equipo y el individuo están en equilibrio La mayoría de los eventos olímpicos son competiciones individuales, pero ningún atleta podría tener éxito sin el equipo que lo rodea. Los atletas del Reino Unido compiten como el Equipo GB, que ha desarrollado su propio conjunto de valores e identidad. Como observó Leon: “En el reverso de mi medalla de Atenas hay mucho texto en griego, pero en realidad debería ser una lista de nombres de todos los que me ayudaron a llegar allí: mi entrenador, mis compañeros de equipo, fisioterapeuta, nutricionista y muchos más. El alto rendimiento depende tanto del apoyo como del desafío de los demás”. En el entorno empresarial, el desafío es mantener el equilibrio entre el equipo y el individuo. Debe asegurarse de que exista un fuerte sentido de equipo, en el que todos comprendan el panorama general y el objetivo final colectivo, cómo encajan en él y cómo pueden ayudar y recibir ayuda para lograrlo. Pero dentro de esa ética de equipo, debe dar a las personas la libertad de actuar y destacarse de acuerdo con sus propias fortalezas. Es un equilibrio difícil de lograr, pero puede ser crucial para el éxito. Tres consejos personales para líderes Los líderes empresariales deben permitir que los miembros de su equipo sobresalgan, pero esto depende tanto de ellos como de las personas que dirigen. Yo animaría a los líderes a reflexionar personalmente sobre tres cosas: Es su responsabilidad cómo se muestra. Su propia actitud marca una gran diferencia y se contagia a los demás. Sea el cambio que desea ver y tendrá un efecto amplificado. Sus palabras son importantes, sus comportamientos aún más. Piense en sus acciones y en el ejemplo que está dando a través de ellas. Estas hablan con más fuerza que cualquier cosa que diga. Por ejemplo, puede hablar mucho sobre la importancia del equilibrio entre el trabajo y la vida personal, así que ¿necesita enviar ese correo electrónico a las 10 de la noche o puede enviarlo igualmente por la mañana? Dale a la gente las herramientas que necesitan para volar, o para lanzarse, correr, saltar, lanzar… Como líder, una de las funciones más importantes que tienes es asegurarte de que la gente esté preparada para hacer el trabajo para el que está allí. Dales las herramientas adecuadas, el apoyo que necesitan y la retroalimentación para mejorar, y te sorprenderás de lo bien que se desempeñan. Estoy seguro de que al ver estos Juegos Olímpicos de París, todos nos sentiremos conmovidos e inspirados. Piensa en cómo traducir eso en la vida cotidiana en el trabajo: no todos podemos ser atletas olímpicos, pero todos podemos aspirar a desempeñarnos a un nivel superior al que hayamos alcanzado antes.