Toda startup busca resolver un problema. A veces, no es el que imaginaste al crear la empresa, como puede atestiguar Mari-Ann Meigo Fonseca, cofundadora de Gelatex, con sede en Tallin. Gelatex fabrica andamios nanofibrosos 3D para diversas aplicaciones, que van desde el cultivo celular hasta la ingeniería de tejidos. «Pero comenzamos la empresa con una idea de negocio completamente diferente en mente», le dice Meigo Fonseca a TNW. Objetivo inicial: la industria textil Crear una empresa a menudo tiene que ver menos con ceñirse a un plan inicial rígido y más con adoptar y adaptarse a los cambios a lo largo del camino. El <3 de la tecnología de la UELos últimos rumores de la escena tecnológica de la UE, una historia de nuestro sabio fundador Boris y algo de arte de IA cuestionable. Es gratis, cada semana, en tu bandeja de entrada. ¡Regístrate ahora! Con experiencia en la industria textil y la tecnología de la confección, Meigo Fonseca inicialmente buscaba contribuir a la sostenibilidad del sector de la moda, una misión que la llevó a cursar un MBA en Gestión Empresarial y Tecnológica en la Universidad de Tartu en 2015. Allí conoció a su cofundador, el científico de materiales e ingeniero Märt-Erik Martens. En 2016, el dúo participó en la competencia ClimateLaunchpad y ganó con su idea de producir textiles similares al cuero utilizando nanofibras de gelatina. Fundaron Gelatex el mismo año y continuaron desarrollando el producto. "Uno de los primeros desafíos que tuvimos fue que, incluso si pudiéramos hacer que el material funcionara, no podríamos fabricarlo a escala con las tecnologías de producción existentes", dice Meigo Fonseca. "Sería demasiado costoso". El nacimiento de HaloSpin El dúo decidió resolver el problema ellos mismos y, en 2017, Martens desarrolló una nueva tecnología de producción de nanofibras que denominó "HaloSpin". El halospinning consiste en hilar (o estirar) nanofibras a partir de soluciones de polímero líquido sin utilizar fuerzas electrostáticas. Es más rápido que las alternativas convencionales, como el electrohilado, y puede aumentar la capacidad de producción hasta 100 veces, afirma Gelatex. Esto se traduce en un ahorro de costes de hasta el 90%. “La unidad industrial más grande de electrohilado puede costar unos 8 millones de euros y puede producir unos 360 gramos de nanofibras por hora”, afirma Meigo Fonseca. “Con nuestra máquina piloto podemos producir 2,2 kg por hora, y ya estamos construyendo una máquina [with a capacity] de 5 kg por hora”. A la izquierda: nanofibras hiladas con halo de Gelatex. A la derecha: nanofibras hiladas con electrohilado. Crédito: Gelatex Otra ventaja del método son las propiedades morfológicas únicas que ofrece. Esto da como resultado estructuras 3D altamente porosas que se pueden personalizar para diferentes materiales y aplicaciones. Pivotamiento hacia el sector médico y la carne cultivada Gracias al halospinning, la startup avanzó hacia el primer ajuste producto-mercado con varias empresas internacionales. Pero, aunque hubo interés, la empresa nunca llegó a la etapa en la que realmente pudiera vender el producto. “La pandemia de COVID en 2020 fue el comienzo de un pivote para nosotros”, dice. Fue entonces cuando Gelatex comenzó a utilizar su tecnología para producir en masa material filtrante de nanofibras para mascarillas faciales. El proceso permitió a los fundadores darse cuenta de todo el potencial de las nanofibras e identificar la necesidad de una producción escalable en cultivo celular. A partir de ese mismo año, Gelatex se alejó de la industria textil y se dedicó a producir materiales nanofibrosos para carne cultivada, así como cultivos celulares en 3D e ingeniería de tejidos para el sector médico y farmacéutico. “A largo plazo, el mayor mercado para nosotros es la producción de carne cultivada”, afirma Meigo Fonsenca. Pero, dados los desafíos regulatorios del sector y las grandes inversiones necesarias para que estas empresas crezcan, en los próximos cinco años Gelatex se centrará en el sector médico. Las aplicaciones van desde la investigación con células madre y los estudios toxicológicos hasta el descubrimiento de fármacos en modelos de tejidos en 3D. Según Meigo Fonseca, el viaje de la ciencia al emprendimiento no es fácil. Un consejo que tiene para los equipos fundadores es que los miembros se complementen entre sí, combinando tanto la experiencia científica como la empresarial.